Saltar al contenido
Portada » La responsabilidad de Occidente en el conflicto entre Rusia y Ucrania

La responsabilidad de Occidente en el conflicto entre Rusia y Ucrania

¿Es realmente la guerra de un solo hombre?

El pasado 6 de marzo, en una entrevista con El País, el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, se refirió al conflicto entre Rusia y Ucrania como “la guerra de una persona, la guerra de Vladimir Putin”. 

Esta es una afirmación con la que tengo que discrepar, aun cuando pueda estar de acuerdo con absolutamente todo lo demás dicho en esa entrevista. Si bien es cierto, es una guerra injusta, iniciada por una persona cuyo razonamiento se nos hace casi imposible de comprender, además de ser casi impredecible e inestable; no es posible, ante un análisis absolutamente objetivo, dejar de señalar la responsabilidad de occidente en este conflicto. 

Esto es precisamente lo que trataré en este artículo, dejando un momento de lado a América Latina y su convulsa política. 

Un poco de historia

Lo primero indispensable para hablar de este conflicto es un breve repaso histórico. En el siglo IX, cuando se divide el Imperio Carolingio, tras el tratado de Verdún, en lo que viene a ser hoy Francia y Alemania, las tribus eslavas, que entonces ocupaban más de 1500 kilómetros al este, se fusionaron en una confederación en lo que hoy es Kiev. Esto se conoce como el Rus de Kiev. Esto es clave para entender el hecho de que los rusos vean a Ucrania como parte inextricable de su propio patrimonio. 

La ubicación de esta “tierra de los Rus” era crítica y la hacía vulnerable – luego trataré un poco el tema geográfico-. Tenían a los vikingos al norte, el Imperio árabe en expansión al sur y las tribus turcomanas saqueadoras al este. Esta posición de vulnerabilidad creó en esta población constantes temores y tentaciones – para utilizar las palabras de Kissinger. 

Estos temores se hicieron realidad en el siglo XIII con las invasiones mongolas. Desde 1237 hasta 1480, dos siglos, fueron dominados por los mongoles. Luego de lo cual, tras luchar por recuperar su independencia, lograron restaurar un Estado sólido, esta vez con su centro en Moscú y con una orientación claramente oriental. 

Sin embargo, esta no ha sido la única invasión a Rusia. Durante cinco siglos, han sufrido distintas invasiones desde occidente. Además de la invasión mongola, en 1605 fueron invadidos por los polacos, luego por los suecos con Carlos XII en 1708, por los franceses con Napoleón en 1812 y los dos intentos de Alemania en 1914 y en 1941.

Entre tanto, Ucrania fue o parte del territorio de la Rusia Imperial o estuvo bajo influencia de Rusia como una república de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Es recién en 1991 que Ucrania logra ser una república independiente. Tampoco fue Crimea siempre parte de Ucrania, sino a partir de 1954.

Este breve repaso histórico no pretende ser exhaustivo y no lo es, son simplemente pinceladas que pretenden ilustrar tres cuestiones básicas para abordar el tema: a) el sentimiento ruso de que Ucrania es parte fundamental de su historia e identidad; b) Rusia tiene una obsesión – no sin fundamento – con la seguridad, lo que implica no solo la defensa de su territorio, sino la influencia sobre los estados vecinos; y c) su ubicación geográfica es determinante, en gran medida, de ese temor que lo lleva a una política exterior tan agresiva. 

Un poco de geografía

Daré ahora, unas cuantas pinceladas sobre el aspecto geográfico y cómo determina ese temor que ha dirigido desde siempre la política exterior rusa. Lo primero a considerar es la ubicación del Rus de Kiev. Esta “tierra de los Rus” estaba situada a medio camino de civilizaciones en expansión y de rutas comerciales muy importantes. Esto lo he mencionado ya en el apartado anterior: los vikingos al norte, el Imperio árabe en expansión al sur y las tribus turcomanas saqueadoras al este. 

Ahora bien, no podrían haber sido sencillas las invasiones a su territorio si tuvieran fronteras naturales que impidan el fácil avance de tropas extranjeras. Lo cierto es que Rusia no tiene otras fronteras naturales que los océanos Ártico y Pacífico. La Llanura del Norte de Europa se extiende desde el Báltico al norte hasta los Cárpatos al sur, desde el norte de Francia hasta los Urales que cruzan Rusia y dividen Europa de Asia. Desde Polonia hasta los Urales, la llanura abarca la Rusia europea. 

Por el este de los Urales, nos encontramos con Siberia desde el Mar de Bering hasta el Océano Pacífico. Esta es la Rusia asiática en la que, si bien representa 75% de su territorio, solo vive el 22% de su población. Sin embargo, esta es la zona de mayor riqueza mineral, petrolera y de gas. Otro punto débil de Rusia y que puede explicar en parte la anexión de Crimea, es su falta de acceso a aguas que no estén permanentemente congeladas.

Una mezcla peligrosa

Todo es una mezcla explosiva que solo esperaba que enciendan la mecha para reventar. Lo primero el aspecto cultural. Ucrania tiene una buena parte de población étnicamente rusa, además de haber sido la cuna de la civilización rusa. Esto es un factor psicológico muy importante. Sin embargo, más importantes aún son la cuestión geográfica y de seguridad. 

Ya vimos que, en el tema geográfico, Rusia no tiene prácticamente fronteras naturales, esto lo lleva a una necesidad de estar en constante alerta para defender su territorio – lo cual se ha convertido en una actitud casi instintiva. A esta falta de barreras naturales se suma la experiencia de las continuas invasiones durante cinco siglos. Estos dos aspectos han forjado en Rusia una filosofía que Kissinger describe de la siguiente manera:

[…] la independencia colindaba con el territorio que la población podía defender materialmente. Rusia afirmó su vínculo con la cultura occidental, pero llegó a verse como un puesto de civilización asediado, cuya seguridad dependía en exclusiva de que ejerciera un poder absoluto sobre sus vecinos.

La responsabilidad de Occidente

Con motivo de esta desastrosa masacre que lleva ya casi dos semanas, resurgió un artículo que había escrito en 2014 Kissinger en el Washington Post. En ese artículo, decía que para que Ucrania sobreviva, su papel no estaba ni con Occidente ni con el este dominado por Rusia. Su papel debía ser, más bien, el de un puente entre ambos mundos. 

Suma a esto que, así como Rusia debía entender que obligar a Ucrania a convertirse en un satélite suyo la llevaría a repetir su historia de tensiones con Occidente, este último debe entender que Ucrania nunca será visto por Rusia como un simple Estado extranjero y que el coqueteo de la OTAN y de la Unión Europea con Ucrania y la dilación burocrática de estos procesos, convertirían las negociaciones en una crisis. Nada más acertado.

Por su parte, Richard Haass, en su libro The World de 2020, sostiene que la creciente tensión y amenaza de Rusia a la seguridad occidental tiene su fuente, en gran medida, en la decisión de Estados Unidos y Europa de extender la OTAN hacia finales de los 90 con la administración Clinton. 

Dice Haass que en la historia es raro que una alianza siga viva a pesar de que las condiciones y amenazas bajo las cuales se creó hayan cambiado o desaparecido. Este es el caso de la OTAN, que finalmente se convirtió en un cuerpo que sirvió para consolidar y anclar Estados recientemente liberados. 

Así, en 1999 se incorporaron la República Checa, Hungría y Polonia. Finalmente, muchos de los vecinos de Rusia comenzaron a unirse a una alianza que había sido vista con sospecha por Moscú desde siempre. Para Haass, la expansión de la OTAN fue un error y las preocupaciones por la seguridad de los Estados de Europa oriental podría haberse abordado de distinta forma. 

Conclusión

La conclusión que extraer es la siguiente. A las inseguridades rusas y a su política exterior –  en consecuencia y por costumbre, agresiva y casi incomprensible – se ha sumado el afán de Occidente de tocarle las narices y retar a su gobernante – un tirano ya absolutamente desenmascarado – y esto ha llevado a una masacre que aún no tiene visos de acabar. 

La lección para los de este lado del mundo es simple, no todos tienen que estar con nosotros o contra nosotros. La neutralidad puede ser buena en casos como este en los que se desempeña un papel de puente – como dice Kissinger en su artículo – entre dos mundos opuestos y en constante tensión. Sin puentes, sin tapones, sin nexos, es casi imposible conectar de manera pacífica y esto ha venido siendo advertido por muchos expertos. Lástima que haya primado la política del show off en ambos lados del mundo.

Este artículo podría parecer una defensa de Rusia o un intento de aminorar su responsabilidad escudando a Moscú tras consideraciones culturales, geográficas y de seguridad. Sin embargo, no lo es. 

Este artículo es un intento de resaltar que Occidente – léase OTAN y UE – deben hacer un mea culpa y reconocer su responsabilidad en esta masacre. Es solo de esta forma se podrá aprender de los errores, no cometerlos nuevamente y evitar – o al menos no propiciar – más matanzas como la que estamos viviendo.

Para profundizar más en este tema, dejo, a continuación, las fuentes en las que he basado mi análisis.

  • Orden Mundial de Henry Kissinger, específicamente el capítulo 2: El sistema europeo de equilibrio y su fin
  • To settle the Ukranian crisis, start at the end, artículo de opinión de Henry Kissinger en The Washington Post del 5 de marzo de 2014 

https://www.washingtonpost.com/opinions/henry-kissinger-to-settle-the-ukraine-crisis-start-at-the-end/2014/03/05/46dad868-a496-11e3-8466-d34c451760b9_story.html

  • Prisoners of Geography, libro de Tim Marshall, específicamente el capítulo 1 dedicado a Rusia.
  • The World de Richard Haass, específicamente el capítulo dedicado a Europa

Además, puede ser útil revisar también los siguientes libros:

  • Solzhenitsyn, un alma en el exilio, biografía del escritor ruso por Joseph Pearce
  • Gorbachov, vida y época, biografía escrita por William Taubman

Suscríbete para saber cómo funciona el mundo:

Bruno Macciotta

Bruno Macciotta

Doctorando en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas. Máster en Asuntos Internacionales: Economía, Política y Derecho de la Universidad Pontificia Comillas – ICADE – especializado en el itinerario jurídico-político y especial interés en la política latinoamericana. Graduado en Derecho por la Universidad de Lima (Perú). Interesado en la historia, la música, la literatura, la política y el derecho.

Translate »